El postre que ha realizado, llamado “De Módena a Madagascar”, consistía en una bola de isomaltosa rellena de crema de vainilla y vinagre balsámico de Módena con un bizcocho de nueces pecanas. También lleva oabika de Valrhona, un concentrado del zumo del cacao que se obtiene del mucílago de la mazorca. “La idea de esta creación surgió tras un postre realizado para un menú degustación ideado para Ron Zacapa”, explica a Condé Nast Traveler. “Es un postre sencillo, elegante y con sabores claros: todo lo que yo no soy”, reflexiona. Y anuncia que pronto estará disponible en el restaurante, para todo aquel que quiera probarlo.

El segundo premio ha sido para Nini Rivera, que precisamente es segunda de cocina y jefa de pastelería del restaurante Bardal (Ronda, Málaga), aunque también ha trabajado con anterioridad en otros restaurantes como Noor o Aponiente. “Sus postres son ligeros y delicados, con texturas aéreas y muy equilibrados en cuanto al azúcar”, afirman desde Madrid Fusión.

En tercer lugar, Idoia Lacambra, del restaurante Aponiente (Puerto de Santa María, Cádiz), interpreta lo dulce desde una mirada muy atrevida hacia todo lo marino, ya que emplea pieles de morena, tiras de calamar o escamas de pescados, por lo que su pastelería, inspirada en la de su maestro, David Gil, es “sorprendente y arriesgada”.

Entre los postres candidatos a coronar a sus autores como pastelero talento de esta edición del concurso, había desde creaciones que ponían en valor el territorio, como unos bombones de quesos gallegos, hasta otras que se dejaban arrastrar por la tendencia de la japonización de la gastronomía, que también llega a la pastelería, como un mochi de morena con helado de miso y escamas.